Sendero
Hace una semana servía la comida a los vaqueros. Sus manos grandes y callosas, parecían pinzas. Vi un brillo en su pupila. Ahora casi derramo la sopa al sentir su mirada. En la cena me hizo una seña: balanceó el puño como un martillo. Era claro…
Tocan quedo. La noche es oscura y fría. Él es el novio de mi tía. Es algo parecido al miedo, pero no es miedo. Es miedo al deseo de sentir su mano tosca. Es la tercera vez que lo escucho. Tiemblo y las piernas no me obedecen. Me muevo con torpeza; entreabro la puerta.
Ya no está. Fue él, percibo su aroma de campo y sudor agrio. Mañana saldrá muy temprano a dejar un hato de ganado, y regresará por la noche, y sé que tocará…

