Sendero
«¡Ven! escucha los grillos. Mira el vuelo del murciélago. ¡Anda! no seas floja y llénate de olores de geranio. ¡Levántate! y vamos para que el viento nos traiga el aroma del pan recién hecho. ¡Apura! Que ya las nubes emboscan a la luna». La luna antes de perderse aluza la palidez de la niña que reposa flácida en los brazos del abuelo.

