Compartiendo

Parábola de las semillas de sésamo
“Una joven y afligida madre, lamentando la muerte de su bebé, busca consejo en Buda. La mujer explica a Buda su insoportable pesar y su incapacidad para reponerse a esa devastadora pérdida. Buda le pide que llame a todas las puertas del pueblo y pida una semilla de sésamo en cada casa en la que no se haya conocido la muerte. Después, deberá traérselas a él. Ella, obediente, va de puerta en puerta y, mientras sale con las manos vacías de cada una de las casas, comprende que no hay ningún hogar que no haya sido azotado por la muerte. La mujer regresa donde Buda sin semilla alguna, y Buda le dice lo que ella ya ha comprendido: que no está sola.
La muerte es algo que alcanza a todos, a cada familia. Es sólo una cuestión de tiempo. Lo que es inevitable, le dice el maestro, no debe lamentarse en exceso.”
Parábola de la taza de té vacía
“Otra parábola budista nos enseña a afrontar la muerte con ecuanimidad.
Un monje tenía siempre una taza de té al lado de su cama. Por la noche, antes de acostarse, la ponía boca abajo y, por la mañana, le daba la vuelta. Cuando un novicio le preguntó perplejo acerca de esa costumbre, el monje explicó que cada noche vaciaba simbólicamente la taza de la vida, como signo de aceptación de su propia mortalidad. El ritual le recordaba que aquel día había hecho cuanto debía y que, por tanto, estaba preparado en el caso de que le sorprendiera la muerte. Y cada mañana ponía la taza boca arriba para aceptar el obsequio de un nuevo día.
El monje vivía la vida día a día, reconociendo cada amanecer que constituía un regalo maravilloso, pero también estaba preparado para abandonar esté mundo al final de cada jornada.”
Poema indígena estadounidense
Hoy es un muy buen día para morir.
Cada cosa viviente está en armonía conmigo.
Cada voz canta un estribillo dentro mío.
Toda la belleza ha venido a mis ojos.
Todos mis malos pensamientos se han marchado.
Hoy es un muy buen día para morir.
Mi tierra está llena de paz a mi alrededor.
Mis campos han sido preparados por última vez.
Mi casa está llena de risa.
Mis hijos han venido a casa.
Sí, hoy es un muy buen día para morir.
Al morir echénme a los lobos. Ya estoy acostumbrado.” Diógenes
“Sólo le pido a Dios que tenga piedad con el alma de este ateo.” Miguel de
Unamuno
“En realidad, no estoy aquí.”. Jaime Cerón
“Que baje el telon, la farsa terminó.” Rabelais
“Volveré y seré millones.” Mal atribuido a Evita Perón, al parecer es de Tupac Katari.
“Aquí yace Molière el rey de los actores. En estos momentos hace de muerto y de verdad que lo hace bien.” Molière
“Por fin dejé de fumar.”
“Qué mudos pasos traes, ¡oh! muerte fría, pues con callados pies todo lo igualas.” Quevedo.
“Aquí se acaba el gozo de los injustos.”
“GAME OVER”
Via: Anarkis (allí también hay un concurso de Epitafios) y otros sitios.
Epitafio para un poeta
Quiso cantar, cantar
para olvidar
su vida verdadera de mentiras
y recordar
su mentirosa vida de verdades.
Octavio Paz (a un amigo)
Epitafio
Un pájaro vivía en mí.
Una flor viajaba en mi sangre.
Mi corazón era un violín.
Quise o no quise. Pero a veces
me quisieron. También a mí
me alegraban: la primavera,
las manos juntas, lo feliz.
¡Digo que el hombre debe serlo!
(Aquí yace un pájaro.
Una flor.
Un violín.)
https://es.wikiquote.org/wiki/Epitafios#A
De Goethe, sorprendentemente, existen varias posibilidades: “Era un hombre; Luz, más luz; y también, Despreocupaos, no fui feliz”.
“Incluso en medio de las llamas feroces se puede plantar loto dorado” se lee en la tumba de Sylvia Plath. La frase, aunque con resonancias del poema Epitafio para el fuego y la flor, no es suya. Se encuentra en el libro titulado Monkey, escrito por Wu Ch’Eng-En.
Las últimas palabras de Wittgenstein, “Diles que mi vida ha sido maravillosa”, se han interpretado en ocasiones como su epitafio.
Enrique Jardiel Poncela llevó sus experimentos con el humor en la literatura hasta el final. En su propio tumba se lee a modo de epitafio: “Si queréis los mejores elogios, moríos”.
Aquello que le marcó en vida marca también la tumba de Primo Levi en el cementerio italiano de Turín. Junto a los años de nacimiento y muerte se ha grabado el número de prisionero que le dieron en su paso por uno de los campos de exterminio: “174517”.
