Cuando se extraña a un hombre de Rubén García García

Sendero

Debo de aceptarlo, él me hace falta. Todavía hace un año, agazapado en las sombras esperaba que se fuese a trabajar, y si ella prendía el radio podía colarme a su dormitorio. Qué brincos daba mi pulso, la boca seca y el ardor por abrazarnos. Salía furtivamente y retornaba a mi vida gris. Hoy llego a cualquier hora, no hay zozobra, ni pulso saltón. Estimado esposo de mi actual mujer, me hace falta tu presencia. Lamento profundamente su accidente.

Hoy me sentí pleno, ardiente, fogoso. Fui una tea en la cama. No la dejé dormir, sabía que en el clóset estaba él finado. Me hace tanto bien, que pondré otras cenizas en su cripta y dejaré aquí la suyas.

Deja un comentario