Sendero
Hay lluvias que empapan y transforman los caminos en lodazales. Es el invierno de la sierra donde los días se atascan. Mi auxiliar salió pródiga para atender con paciencia a los enfermos. Nada raro que fuese amiguera, ya que el consultorio era paso obligado para llegar a la iglesia.
Juana vendía tamales que traía desde su comunidad y llegaba salpicada de lodo. Frente a la puerta de mi consultorio me pedía permiso para cambiarse. Cuando salía me percataba de que se había lavado con esmero pies y piernas, la cara polveada con retoque labial, su cabello peinado y de algún lugar oculto, sacaba un par de sandalias limpias.
Juana solo hablaba el totonaco y se ponía a platicar con mi auxiliar. ¿qué se dirían? no lo sé, pero le dije: “se me hace que Juana anda de novia” y ellas volvían a entablar la platica y se soltaban algunas sonrisitas maliciosas. A Juana se le formaba dos hoyuelos a uno y otro lado de la boca y sus ojos negros miraban hacia abajo dejando ver sus pestañas rizadas.
Cuando se iba, le preguntaba a mi auxiliar que es lo que habían platicado. Desviaba la plática y sin mirarme, sonreía. “ le dejó dos tamales para que almorzara”
Un día supe de que hablaban y sí, Juana era de armas tomar.

