Sendero
«Venía sola, ya era de noche. mi hija apenas si podía respirar, creí que se moría. La inyectó. Una hora después respiraba sin silbidos y dormía como si nada hubiera pasado. Pude tomar el último camión que me llevó a la comunidad. Ya no le ha dado esa enfermedad». Ella se acercó y me dio un beso en la mejilla. “verdad que ya no se acordaba”
Después de su abrazo, me dijo orgullosa «ya va a entrar a la escuela»

