Tengo tres días de haber parido al minotauro. El cuerpo hinchado y la matriz apuñalada que se contrae como si estuviese pariendo de nuevo. Escucho el lloro cuando se acerca la hora de alimentarlo. El cuarto es sobrio: una ventana pequeña, una mesa donde tengo agua y que sostiene algunas frutas frescas que Dédalo me hace llegar de la huerta del palacio. Ordené, como Reina que soy, que sería quien le amamante. Sin duda, todos lo ven como un monstruo, salió de mis entrañas y, por lo tanto, es mi hijo. Antes de parir, Minos llegó al dormitorio a echarme en cara el ultraje.
— ¿Estás disfrutando del embarazo? —Dijo irónico, cruzándose de brazos.
—Todos se disfrutan, aunque causen dolor; es nuestra matriz dadora de vida, la madre se pone a la altura de los dioses.
— ¿Debo de entender que te sientes satisfecha? —Tenía su mirada en mis ojos.
—Por supuesto que sí, —le contesté— enfrentándolo.
_ ¿Cómo puedes hablar, si eres comida de todo el pueblo, que demanda que seas recluida por toda la vida? – Alzaba la voz, ignorando a la servidumbre.
—Baja el tono. No tienes que gritar para que entienda. Piensan así porque el pueblo desconoce que cambiaste el toro nevado que te mando Poseidón por otro parecido que tenías en tus pastizales.
—Eso lo sabías tú y el cuidador nada más.
— ¡Qué ingenuo eres! ¿Acaso piensas que Poseidón no se iba a dar cuenta? ¿Qué puedes ocultar que no lo sepa Helios? El objeto de la venganza fuiste tú. Yo sólo fui un medio para que ellos castigaran tu arrogancia. Por el engaño y vergüenza sufrida al dios. ¿Acaso crees que él, quien te dio el reino de Asterión, se quedaría cruzado de brazos? ¿O es difícil imaginar que Afrodita me haya hechizado haciéndome sentir una pasión sobre natura por el miura, siguiendo recomendaciones de Poseidón? Pensarás que mi dolor será por los estiramientos y rupturas que sufriré en la vagina y la matriz, por la sangre que perderé por el minotauro que se gesta y que todo mundo ya desprecia. Fíjate que no, mi dolor inmenso está en otro cielo. Una entraña mía tiene un destino de horror y sangre, y no puedo cambiar; eso duele más que la muerte de una persona que amas sin límites. Duele porque estás atada ante el porvenir que le aguarda y nada puedo hacer más que implorar a los dioses que se apiaden de él. Mi cuerpo lo reordenará mi hermana Circe con alguna pócima, pero mi alma de madre, no habrá dios que me de consuelo…
El agradecido soy yo querida amiga, tu blog es una fuernte constante de la cultura Hélenica, por lo que tu espacio va a muchos lectores de diferentes partes del mundo. Tu decisión de darme un espacio me dio la satisfación y tener el honor de entrar en tu espacio. Besos y rosas.
Yo creo que si me pongo en los pies de aquella mujer en aquella época, lo narraría distinto. Diría, «cómo crees que tú, un simple hombre, puedes oponerte a mis deseos», las ninfas nacimos libres, podemos copular con quien nos plazca, así reproducirnos con quien elegimos… Eres un bastardo Minos, mi madre es Hecate…..
He de suponer que las hembras de aquellos años, ni siquiera habían salido del imperio matriarcal de milenios, su soberbia no ha de haber conocido limites que podamos imaginar, no eran las sumisas mujeres que ahora nacen para alimentar a los hombres…
Hola, querido Rubén, gracias por compartir esta gran contribución que has hecho en mi blog. 🧡💛♥️ un abrazo para tí
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El agradecido soy yo querida amiga, tu blog es una fuernte constante de la cultura Hélenica, por lo que tu espacio va a muchos lectores de diferentes partes del mundo. Tu decisión de darme un espacio me dio la satisfación y tener el honor de entrar en tu espacio. Besos y rosas.
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Gracias por tus palabras. Besos para ti también 😘🧡
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Yo creo que si me pongo en los pies de aquella mujer en aquella época, lo narraría distinto. Diría, «cómo crees que tú, un simple hombre, puedes oponerte a mis deseos», las ninfas nacimos libres, podemos copular con quien nos plazca, así reproducirnos con quien elegimos… Eres un bastardo Minos, mi madre es Hecate…..
He de suponer que las hembras de aquellos años, ni siquiera habían salido del imperio matriarcal de milenios, su soberbia no ha de haber conocido limites que podamos imaginar, no eran las sumisas mujeres que ahora nacen para alimentar a los hombres…
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excelente reflexión. discutible, pero excelente. abrazo y rosas
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Eran mujeres con milenios de poder en su sangre, podían cogerse un toro. Mira que las mujeres rusas todavía doman caballos con sus manos.
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