Un paseo por la montaña VI

ALGUNOS PACIENTES Los ahorcados
—Es camino a Chumatlan, no hay pierde, llega hasta la casa de tarro, techo de palma, está bajo dos árboles de Zapote. Usted pregunta por los ahorcados y luego le dicen. — ¿Ahorcados?
— Sí. Dicen que en esos árboles ahorcaban gente.
No fue difícil dar. Reconocí al enfermo: muy delgado, respiraba con dificultad y con fiebres que lo llenaban de sudor por las noches. Tos de meses. Un mal con siglos de historia y que conocemos bien: “Enfermedad de pobres con tratamiento de ricos”, nos decían los maestros. De poco sirven las medicinas, si no hay una buena alimentación. Por más que miraba y miraba, sólo había pobreza. Por fortuna, traía medicinas para el mal, pero habría que insistir que con un mes de tratamiento no bastaba. En aquellos tiempos, se tardaba un año para completar el proceso. ¿Y el alimento, de dónde lo sacarían? En el pueblo, cada semana mataban res y cerdo, dos o tres veces. Gallinas en el patio no se veían. —Come cada tercer día carne de tlacuache. Con eso empezarás a engordar, pero no te olvides que es un año de tratamiento.
Dejé de verlo, y en una ocasión, el día de la plaza, entre tanta gente, una persona joven me enfrentó. — ¿Ya no te acuerdas de mí? Qué difícil, la verdad nunca he sido buen fisonomista y cuando la gente pertenece a una etnia y visten igual, pues mucho menos. — Yo soy el enfermo que fuiste a ver a la salida de Chumatlan. Tengo la casa debajo de los “ahorcados”. — ¿Tú eres..? Mi sorpresa consistía en que éste se veía gordo, luciente, enérgico. — ¿Te sigues tomando las medicinas? —Sí, pero lo que me está curando es la carne de tlacuache que me recomendaste, pero ya me chocó. ¿Puedo comer carne de gallina?
LA GASTRITIS
Había otros pueblos de la sierra que tenían mejores condiciones. Disponían de un centro de salud, luz eléctrica y vías de comunicación. Era el caso del pueblo de Coyutla. Aunque estos poblados están al pie de la sierra cuando el calor aprieta, se siente el pellejo colmado de ardor, pero teniendo luz, un ventilador mitiga el sofoco. Tuve un amigo que hizo su servicio social unos años antes de que yo hiciera el mío. Una noche que compartimos, me hizo la siguiente confesión: -En tres días no hubo luz en el pueblo. El sol rompía y mi cuerpo era una esponja seca. El ventilador parecía meditar. Había terminado la consulta. Pronto, darían las dos de la tarde, y me urgía algo frío. Recordé que el comercio que tenía ese producto era la cervecería de Pancho, pues disponía de un refrigerador de petróleo que aún daba pelea. Pensaba decirle a Filemón que me acompañara, pero en la mañana salió con sus mulas. Así que repasaba, mentalmente, qué amigos podrían estar dispuestos, pero todos estaban en labores. Poco antes de terminar mi horario de consulta, llegó un paciente. Entre el bochorno, el sudor que brotaba de mi testa, le comuniqué, que tenía una gastritis y que debía tomar su medicina con apego al horario; que tuviese cuidado de no ingerir irritantes. Nada de chile, nada de grasa, nada de caña y venga dentro de quince días. Cerré el consultorio y fui a dar de vueltas al centro del pueblito con la esperanza de encontrar a un conocido, pues me desagrada estar en una mesa en silencio, nada como algo frío en la mano y una buena plática. Sin embargo, a esas horas, encontré lagartijas, señoras comprando de última hora, pero ningún amigo. Estaba bajo la sombra de un árbol cuando pasó el enfermo de gastritis. No le dejé decir nada. Le abracé, y pronto charlé como si no le hubiese visto en años. Él me miraba sorprendido, no dando crédito. — Sígueme, aquí hace un calor que no se aguanta— y a empellones le metí a la cantina, ya sentados pedí dos cervezas, venían chorreando de agua helada y le digo ¡Salud! — Yo tengo gastritis, no puedo tomar. — ¿Quién dice que no? — Pues usted. — Yo no me acuerdo. — Me lo dijo hace como una hora. — ¡Qué memoria tengo! ¿Y qué te dije? — Que no podía comer, ni chile ni grasa. — ¡Ah! pero la cerveza no es ni chile, ni grasa. — Pero irrita. — Bueno, irrita, si está muy caliente, la que tenemos está más fría que una muerta. — Digamos entonces… ¡Salud! De dos tragos terminé el contenido y él, temeroso, sorbió un poco, después cerró los párpados y se la empujó de un trago, tomó resuello y me dice: — Médicos como usted, hay pocos. ¡Me caí de madre! Yo no le hacía caso, sólo doblaba mis ojitos para decirle a Pancho que me trajera otras dos.

CUANDO UN RICO SE ENFERMA
Fue en la madrugada. Tocaron a mi puerta. Supe que la esposa de Walo tenía un fuerte dolor. Poco después, iba rumbo a su rancho, adolorido por el golpe que tuve al caer del caballo brioso. Acostumbrado a mi yegua, jalé la rienda sin precaución, y el caballo relinchó. Iba imaginando cómo fue mi caída y la suerte que tuve de no lastimarme, ya que el suelo era rocoso. Me reí, tengo dura la cabeza.
La señora de treinta y tantos años, refería un dolor bajo la costilla del lado derecho de gran intensidad. Descarté inflamación de apéndice y administré analgésicos. Media hora después, el dolor cedió. Cuando su marido me preguntó si le volvería el dolor, le dije que sí. -Requiere estudios y probablemente termine en cirugía.
Horas después, llegó una avioneta. Más tarde, abordaría un avión para que la trasladase a la ciudad de México, a un centro hospitalario de lo mejor en aquel entonces. Poco antes del mes, había regresado, con menos kilos y con una cicatriz en el abdomen. Los ricos de todos lados así se curan, siempre y cuando, la vida les dé oportunidad de llegar al hospital.
El pobre se cura con hierbas y a la buena de Dios, también, si tiene suerte de encontrar pasante y medicina. Porque si no hay medicina, de qué sirve el mejor diagnóstico. Es real decir que el médico deja de ser médico cuando carece del recurso. Se nos olvida que debemos conocer sobre medicinas alternativas y, llevar una buena estrategia educativa para enseñar y promover la salud: con el paciente, con los grupos, en un marco de respeto a su cultura.

16 Comentarios

  1. Susana dice:

    Qué interesante, pero me temo que las hierbas no hubieran curado su apendicitis. Un beso.

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    1. senddero dice:

      Tienes Razón Susana… por mucha hierbas que se le den, no inhibe ninguna apendice, pero si son útiles en otras enfermedades… gracias por llegar y haber leido y comentar un abrazo enorme Rub

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  2. pipermenta dice:

    Rub me gustó mucho eso de » enfermedad de pobres, tratamiento de ricos», que verdad más grande.
    Y aquél que preguntó que si podía comer gallina. Me encantan estas historias tuyas que reflejan una dura realidad de tu país. Sencillas, pero cargadas de vitalidad.
    Mi enhorabuena por ellas.
    Un cariñoso abrazo.

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    1. senddero dice:

      Querida amiga gracias por venir a ver a un jovén médico, ahora ya no tanto, que se grabo las imagenes de hace tantos años. Ahora las recuerdo, algunas con mucha nitidez, otras sumidas en una neblina. Gracias por compartir tu opinión y un gran abrazo hasta donde estés… Rub

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  3. Sofía Primera dice:

    Como siempre amigo, escribes realidades como si fueran poesías, y a uno, le duele menos la verdad tan lacerante de nuestros pueblos. Sigo admirando tu creatividad y tu poder de observación. No obstante, admiro más, tu habilidad para plasmarlas en letras. Te felicito y te abrazo.

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    1. rubengarcia dice:

      Hola bella amiga como te encuentras… espero qeu mas linda… Gracias por haber llegado a verme… siemrpe es una caricia tenerte cerca… besos Rub

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  4. Tus paseos por la montaña son dignos de ser contados, porque en cada pasaje nos encontramos un personaje con sus características y peculiaridades,
    Los relatos están plenos de colorido y buen hacer.
    Te felicito por tus andanzas en la montaña.
    Un fuerte abrazo, amigo Rubén.

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    1. senddero dice:

      Querida Mechita, gracias por llegar y dejarme saber que estos breves relatos, han sido de tu gusto. Estas tierras tienen´ su manera de ser como todos los pueblos de la tierra. Yo llegué y me puse a mirar y ahora a recordar… gracias por estar un beso Rub

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  5. Muy buenos tus relatos como nos tienes acostumbrados. Impagable el enfermo de gastritis, y ustedes dos tomando la rica y helada cerveza.Claro no era chile, no era grasa. Estoy segura que después se sintió mejor.
    Con respecto a tu último cuento, que decirte, que ahora y en mi país, la gente que no es pudiente, aunque hay hospitales para atenderse y la de campaña, son muy de los yuyos. Marcela, cedrón, diente de león, barba de choclo..etc
    Tienes una memoria priviligiada, y el saber trasmitir, con emoción la rica vida que tuviste.
    Un abrazo.
    Hasta pronto.

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    1. senddero dice:

      Hola Stella, gracias por llegar. El enfermo de gastritis lo atendió un colega que ahora es un renombrado oftalmólogo. Seguramente si lo lee, se recordará.El rico siempre tendrá mas oportunidades para sobrevivir. Lo que hizo el hacendado en aquel tiempo, es pagar el servicio aereo desde Cox. hasta el hospital de cuarto nivel. una millonada ayer , ahora y siempre. Gracias por venir a verme querida amiga Rub

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  6. Creo que agradaría a todos tus lectores, que explicaras la foto que subiste.
    Es del pueblo de Cox.
    Un abrazo.

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    1. rubengarcia dice:

      Todas las fotos que he puesto stella son del pueblo de Cox….o de su paisaje…

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  7. flori dice:

    En mi país con la gran crisis que hay a nivel economico, las personas recurren mucho a los remedios naturales, ni que decir lo costoso de las medicinas, a veces son impagables. Es fortuna tener buena salud, aquí el pobre recurre al hospital solo en casos de estricta emergencia… Los más pudientes por su lado solo acuden a las mejores clinicas privadas que también van desapareciendo debido a la crisis del país. En fin, así estamos, por gracia existen médicos que todavia buscan alternativas para ayudar a sus pacientes, los más sensibles y humanos.
    Encantada de leerte como siempre…, un abrazo amigo.

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    1. rubengarcia dice:

      Flori gracias por llegar y sí, por aca la medicina de patente es carisima, por fortuna tenemos los génericos que reducen mucho el precio. Pero los remedios de la abuela surten efecto por muchas razones, siempre y cuando la hierba no sea nociva. El médico debe de aprender acerca de la herbolaria de la región y debe de aplicar lo que su sentido común le dicte. Gracias por comentar querida amiga un beso Rub

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  8. annefatosme dice:

    Antes en Europa también había una medicina para pobres y otra para ricos. Afortunadamente cambió. Pero lo que haría falta son más médicos como tú con vocación y empatía, devotos de su profesión. Volví a leer hace poco un libro de mi madre: «Las memorias de un médico rural» escrito por un médico normando el siglo pasado y no sabes como sus vivencias se parecen a las tuyas. El colorido, nada! Te admiro mucho como escritor, como médico y por tu empatía hacía el más humilde.
    Un abrazo,
    Anne

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  9. senddero dice:

    Hola bella Ann, gracias por tus palabraas cariñosas que me las llevo. Es complicado Ann, cuando has resuelto la economía de la salud, sobreviene la frialdad del personal. Malas atenciones, deshumanización, pérdida de valores y etc. Los médicos y las enfermeras deben de saber que un dia llegaran a ser enfermos y las conductas dadas serán las que reciban. Hay que trabajar mucho e investigar los factores que hacen que el médico se haga huraño y desafectuoso en una brevedad… gracias por llegar amiga linda y te dejo un beso y un abrazo Rub

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