Me gustas toda.
Eres como una tierra llena de asombros, con flores de nieve sobre las montañas. Osos que parecen pedazos de hielo y arboledas que cubren elefantes y gacelas.
¡Me gustas toda como la tierra!
Tu ternura es sombra que refresca los ardores de la espalda. Percibo la vida cuando tus pies son agua que humedece mis entrañas. Eres tristeza cuando el sol es cubierto y el cielo revienta en cuchillos fríos. Me gustas en tu grito y en tu prudencia. Pues luego habrá sobre mis manos margaritas.
Me gustas como la tierra. Tu ardor que sale de los volcanes, el agua termal de tu vientre
y la paz de un cielo que cubre la floración del maíz. Me gustas circular. Abrazada a mí como el lazo de un gigantesco anillo y canto enloquecido uniendo mi grito al de la vida.
Grito sideral que corre tras las cometas, diciéndote que estás en mí, como yo estoy en la tierra.
Me gustas, eso es todo.
Que importa si no te gusto.
Eres para mi como la mariposa que acaricia, y se va.
¡ Lo bello es saber que llegó a mí! ¡Qué importa que no te guste! Lo esencial es admirarse: cómo se admira la tierra, cómo me sublima la luna. Tú eres circular, no hay parte de ti que no sea como la tierra. Cuando te canto, también me canto. Y así caminaremos por las copas de los árboles. Seremos nubes, niebla, lluvia y anillo de colores que despierte las alboradas.
¡Me gustas toda cómo la tierra!